El anuncio era más que atractivo y se ajustaba perfecto a lo que Ana Cisneros estaba buscando: una buena ubicación en una colonia trendy, con mucha vida cultural y algo de bohemia. ¿El precio? Inmejorable, perfecto para comenzar su vida independiente.
Compartía depa con una amiga y desde el principio planeamos separarnos al cumplir un año, así que comencé a buscar algo por el mismo rumbo y a un precio accesible para una sola persona. Cuando vi: Reforma 222, $7,100 al mes, pensé que era para mí, cuenta la joven abogada.
Cuidado con las ofertas increíbles
Aparentemente todo era claro, sin embargo, los problemas comenzaron pronto y dieron indicios de que algo andaba mal. Lo sentimos, pero el número que marcó no puede ser procesado de esa manera, rectifíquelo e intente de nuevo, decía una voz femenina grabada al otro lado de la línea.
Aunque hoy acepta que el precio era sospechosamente bajo para la oferta de ubicación y características del departamento, Ana estaba curiosa y esperanzada en haber encontrado lo que llaman un garbanzo de a libra, así que escribió un correo electrónico a la dirección del anuncio.
Muchos días después, al fin llegó la respuesta. En inglés, una mujer le argumentaba ser la dueña y haber salido huyendo de México hacia Londres a causa de un mal divorcio. Le aseguraba que era la propietaria del inmueble y que nadie, nadie en este mundo tenía un juego de llaves más que ella.
También le decía que si le ponía un giro por dos meses de renta un mes y el depósito, estaba dispuesta a enviar las llaves por mensajería desde Inglaterra y a rentarle por el tiempo que necesitara, hasta un máximo de 5 años.
El consejo de los expertos
Es en este punto donde los especialistas dan la primera alerta: Nunca hagas trato con alguien que no puedes identificar y localizar fácilmente, aconseja Adán Larracilla, Presidente Nacional de la Asociación Mexicana de Profesionales inmobiliarios (AMPI).
Abogada al fin, Ana dejó la ingenuidad de lado y escribió un nuevo mail en el que advertía, amablemente, cuál es su profesión y que no enviaría un solo peso antes de revisar el contrato y certificar la identidad y ubicación de la dueña Nunca más hubo respuesta.
Sin embargo, Ana no es un caso aislado. A la emprendedora Cynthia Villalba le sucedió algo idéntico con un departamento en la colonia Condesa. Mismo rango de precio y hermosas fotos del interior de un departamento amueblado, de dos recámaras y más de 100 m2 (mismas características), y una renta baja que integraba servicios y mantenimiento.
En este caso, el contacto también debió ser vía correo electrónico; se trataba de una mujer que había conseguido un empleo en Londres, donde permanecería al menos 4 años. Curiosamente, su nombre era latino y Cynthia supo de inmediato que no tenía por qué escribirme en inglés.
Prometer no empobrece…
Ambas cartas son casi un machote con la solicitud de dos meses de arrendamiento y la promesa de enviar las llaves por mensajería. Cynthia fue todavía más curiosa y detectó casos similares entre sus amistades, así como anuncios en diversas páginas de internet, de paga y gratuitas.
En principio es importante lograr contacto humano real con los arrendadores, opina Adán Larracilla, aunque advierte que hay muchos indicadores a evaluar a la hora de leer el anuncio. Aquí, una lista compacta con focos rojos durante el proceso de búsqueda:
Que el oferente sea una empresa seria, conocida, o un particular con teléfono habilitado
Hacer un breve análisis, realista, sobre los precios de la zona por metro cuadrado y sospechar de las gangas
Que el arrendador o un representante responda la llamada y se preste a un encuentro y a mostrar el inmueble
Que el arrendador te solicite comprobantes de identidad e ingresos, y que investigue tu situación crediticia
Por ejemplo, en Reforma 222 el m2 a renta va de los $150 a $200. Un departamento de 100 m2 no bajará de $15,000 al mes y puede llegar a $20,000, menos de $14,000 ni soñarlo, señala Larracilla.
Asimismo, opina que ningún arrendador serio dejará entrar a cualquiera en su propiedad, de modo que si no investiga quién eres y qué tan buen inquilino y pagador eres, es posible que esconda un fraude.
Una vez que se llega al punto de tomar acuerdos y se revisa el contrato, agrega Larracilla, nunca se entrega un peso antes de firmar la promesa de renta, donde se estipulan todas y cada una de las condiciones pactadas. Las garantías para ambas partes deben ser explícitas y claras en el contrato.
Fuente: metroscubicos.com